El famoso artista italiano, Maurizio Cattelan, que saltó a la fama internacional cuando en 2019 subastó por 6,2 millones de dólares una banana pegada a la pared con un trozo de cinta adhesiva vuelve a aparecer, como siempre con una propuesta innovadora (no escandalizadora: no esta vez). En tres grandes orbes, Nueva York, Londres y Ámsterdam, se ocultarán en el ámbito urbano pequeñas esculturas que quienes las encuentren podrán comprarlas a distintos precios.
El artista plástico italiano Maurizio Cattelan (1962, Padua) tuvo gran repercusión mediática en noviembre del año pasado cuando uno de los tres ejemplares de la edición de su obra conceptual Comediante (2019) se subastó en Sotheby’s por 6,2 millones de dólares. Pero la resonancia no ocurrió por la cifra sino por la obra en sí: se trata de una banana fresca pegada con cinta adhesiva metálica gris (o tape) en una pared.
Teóricos y críticos de arte recibieron este gesto del mercado como un insulto más que como ironía, porque las tres series originales de la obra ya se habían vendido en US$ 120 mil cada una. Tal vez debe tenerse en cuenta quién fue el millonario comprador y qué hizo con ella. Se trata de Justin Sun (35 años), empresario de origen chino en criptomonedas –discípulo del multimillonario caído en desgracia Jack Ma (cofundador de Alibaba Group)–, quien, nueve días después de comprar Comediante, se comió la banana en una conferencia de prensa en el Hotel Península de Hong Kong enunciando la sentencia: “El verdadero valor reside en el concepto en sí mismo”.
La fortuna de Sun ronda los US$ 12,5 mil millones, nacido chino pero de nacionalidad incierta –de Grenada a territorios fantasma centroeuropeos–, es algo así como el James Bond pirata de las criptomonedas. Investigado por la Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos (SEC) y el FBI por fraude, ni bien asumió Donald Trump su segunda presidencia, las dos agencias retiraron las demandas en su contra. El motivo: compró tokens por valor de US$ 75 millones a World Liberty Financial, empresa asociada a Trump. Es decir, “el verdadero valor de la libertad reside en pagar donde corresponde”.
Ahora volvamos a Cattelan y su reaparición en la escena cultural, por fuera de esta repercusión en nada conceptual. Según información difundida por el sitio web archilovers.com, con el título Dov’è Maurizio?, del 30 de septiembre al 7 de octubre, su nueva escultura We Are the Revolution (2025) se esconderá en lugares cotidianos inesperados de Nueva York, Londres y Ámsterdam. Espacios urbanos que pueden estar puestos dentro de un mercado hasta en tiendas de barrio. Así, dos veces al día, la plataforma web Avant Arte publicará pistas en un micrositio dedicado a la búsqueda, invitando al público a resolver las claves y encontrar las obras.
Pero con un detalle: quien la encuentre pagará por la obra lo que determine el lugar en donde se encuentra, por ejemplo, centavos de dólar si es en el depósito de un tendero o miles si está en el escaparate de un anticuario. En Nueva York será una búsqueda física por toda la ciudad, mientras que en Londres y Ámsterdam se ofrecerán versiones digitales, permitiendo a los participantes enviar respuestas en línea para resolver la búsqueda y acceder al valor de compra.
El homenaje al escritor e ilustrador británico Martin Handford (1956) y su obra para el público infantil ¿Dónde está Wally? resulta evidente, agregando a esto la reutilización de un juego de geolocalización como Pókemon Go, en el marco de ocupación imprevista de la vía pública como lo hace Banksy. De esta manera, para los organizadores de la propuesta, “cada ubicación se convierte a la vez en escenario y galería, llevando el humor de Cattelan directamente al espacio público”.
Para los que quedan fuera del juego, en la misma plataforma señalada, existe la inscripción –que finalizará el 24 de octubre– en una lista para comprar una edición limitada (numerada y certificada por Cattelan) de We Are the Revolution. La misma consta de mil ejemplares, cada uno al valor de 1.500 euros. Los compradores surgirán de un sorteo aleatorio entre el total de inscriptos. Un equipo de artesanos especializados confeccionó y pintó a mano cada una de estas esculturas en resina.
Casi como un chiste, las condiciones de la búsqueda cambiaron doce horas después en el sitio Avant Arte, ahora anuncia: “Una búsqueda del tesoro global para una escultura de edición limitada de Maurizio Cattelan comienza pronto. 3 ciudades. 3 esculturas. 3 ganadores. Acabamos de anunciar una nueva escultura de edición limitada en colaboración con Maurizio Cattelan. La edición consiste en que el gran provocador del arte contemporáneo se convirtió en miniatura. Para celebrar, hemos ocultado tres de las esculturas en todo el mundo para que puedas cazar. Vuelve aquí el 30 de septiembre para obtener la primera pista. Estaremos iniciando cosas en Nueva York”. Y además, respecto a las esculturas para comprar por inscripción y sorteo, ahora explican: “mínimo 50 disponibles por sorteo”.
El cambio en la búsqueda, sin mencionar Ámsterdam y Londres, puede obedecer a que ambas ciudades se ofendieron por no disponer de la estatua física para la búsqueda. O por la demanda de los fanáticos del artista, en caso del listado de compradores a sorteo. Pero también puede formar parte del humor del artista, quien, evocando al VAR en el fútbol (con su obra A.C. Forniture Sud, 1991, ingresa al mercado del arte), cambia el resultado: de un gol a favor en contrataque a un penal en contra en un pestañeo.
Sea como fuere, la puesta en escena de este gesto conceptual es una estatuilla, casi caricatura, del mismo Cattelan, reinterpretación (y multiplicación) de una anterior: La Rivoluzione Siamo Noi (2000), donde rinde homenaje al artista alemán Joseph Beuys (1921-1986) y su Traje de fieltro (1970). Con un detalle críptico: la edición limitada de mil ejemplares, en la planta de los pies luce laceraciones pintadas con rojo sangre, como un Cristo en nueva crucifixión.
Mientras Beuys declaraba “todo hombre es un artista”, Cattelan devela su contradicción y dice: “No soy realmente un artista”.

Con contenido de Diario Perfil - Omar Genovese.