Quizás, desde la visión económico-presupuestaria la decisión del presidente Noboa (eliminar el subsidio al diésel) tiene la lógica y la solvencia técnica que vienen exponiendo sus ministros. Pero no deja de ser una idea arriesgada en su ejecución política.
La noche en que Daniel Noboa decidió eliminar el subsidio al diésel en Ecuador, Bryan, Segundo, Pablo, Carlos y otras 3 personas disfrutaban sus últimos minutos de vida jugando billar en un salón del barrio Santa Rosa, ciudad de Santo Domingo, cuando un grupo de armados rompieron el tiempo y el espacio descargando sus armas a diestra y siniestra. Vicenta, Tania y Luis sobrevivían en el lugar, pero heridas. Y aunque quizás “La revolución no será tuiteada” como reflexiona en su libro Israel Navarro, el horror de la violencia sí pudo ser transmitido en vivo en Tik Tok, plataforma en la que alguien pretendió compartir su breve alegría a espectadores en el mundo, quienes terminaron viendo a humanos con chalecos antibalas y fusiles acribillando a otros humanos.
Aquella noche fue 12 de septiembre y cuatro ministros del presidente Noboa también tenían muchas visualizaciones en redes sociales. Fueron los encargados de decirle al país la decisión gubernamental adoptada. Eduardo los veía desde su casa, mientras echaba números al viento pues él, un comerciante autónomo de la capital manabita, sólo había vendido una camiseta por cinco dólares ese día y siente como su economía se va estrechando desde hace meses. El subsidio al diésel es un beneficio que rige en el país desde 1974 y que varios mandatarios intentaron, lejos del éxito, eliminar. Eduardo juzga que esta medida lo perjudicará, pues la vida se pondrá más cara. En democracia, lo importante es lo cree la gente. El precio del diésel ascendió de USD 1,80 por galón para el sector automotor, a USD 2,80.
Hay conceptos de la comunicación y de la ciencia política que no solo parecen haber quedado desactualizados, sino rotos, con la llegada de nuevos tiempos que han traído consigo otros comportamientos sociales, otras formas de relacionarnos y la nueva-política-pop. El culto hacia los grandes oradores congrega a pocos, cada vez más pocos. En octubre 2024, por ejemplo, captó mucha atención -y quizás hasta más electores- observar al entonces candidato presidencial norteamericano Donald Trump freír y servir papas en un McDonald's de su país. Él, dentro de las acciones de su estrategia, sobre todo, quería atraer a los votantes de la clase trabajadora, pero además impulsar su verdad de que su contrincante Kamala Harris había mentido y nunca trabajó en la cadena de comida rápida. Lo logró. Son hechos. Y Noboa, que estudió comunicación política en la George Washington University con grandes maestros, lo sabe. Por ello sus silencios han sido más potentes que sus discursos. En esta ocasión, habló a través de su Decreto No. 126.
La primera disposición transitoria del documento señala que el precio de USD 2,80 entró en vigencia desde las 00:00 del sábado 13 de septiembre, mismo día que decidió mover la sede del Ejecutivo de Quito a Latacunga, transitoriamente. La tarifa se mantendrá hasta el 11 de diciembre de 2025. A partir de ese momento, habrá un sistema de bandas, con techos de aumento y reducción en función de las variaciones de los precios internacionales, como ocurre actualmente con las gasolinas Extra y Ecopaís, que son de bajo octanaje (85 octanos). Argumenta Sariha Moya, titular de Economía y Finanzas, que esto “permitirá generar un ahorro de USD 1.100 millones al año a Ecuador, que serán redistribuidos a otros sectores que sí lo necesitan, a través de 18 medidas que cierran brechas sociales y dinamizan la producción". Moya y los otros tres funcionarios anunciaron bonos destinados a ciertos sectores sociales y productivos, como transportistas, unos cuantos agricultores, 55 mil nuevas familias que recibirán el Bono de Desarrollo Humano, USD 100 millones a través del crédito "7x7" de BanEcuador (7 años plazo y a 7% de interés), entre otras.
Quizás, si estas acciones hubiesen sido adoptadas por un Gobierno autodefinido “progresista”, seguramente los tradicionales analistas económicos y sociopolíticos del país estarían alertando de un derroche de los recursos públicos, “de regalos hacia el pueblo”. Pero hoy son otros tiempos. En política no hay amores, ni enemigos ni amigos permanentes, hay intereses permanentes.
Quizás, desde la visión económico-presupuestaria la decisión del presidente Noboa tiene la lógica y la solvencia técnica que vienen exponiendo sus ministros. Pero no deja de ser una idea arriesgada en su ejecución política. Diferentes sectores sociales productivos han expresado sus objeciones. Falta observar la reacción de la gente, la mayoría, que tiene su propia vida y creencias. En la historia universal está escrita infinidad de ejemplos de que cuando los dirigentes lleven adelante agendas tan contundentes sin concesos públicos mínimos, el riesgo de tropezar es alto. Acelerar la entrega de los bonos anunciados podría desactivar inmediatamente las protestas. Si los asambleístas del oficialismo o alcaldes afines se involucran en el tema con protagonismo, es probable que las aguas se enturbien más, dado sus niveles negativos de credibilidad y confianza. Que los secretarios de Estado permanezcan activos en medios y trabajando en las ciudades del país, genera posibilidades de difusión más amplia, diálogo y cercanía. De haber movilizaciones ciudadanas y si la corriente política opositora de Noboa se activa en ellas, lo más seguro es que éstas terminen perdiendo fuerza. Las motivaciones de los seres humanos para tomar posturas políticas tienen que ver más por prejuicios que por ideas. “Los hechos son los hechos, pero la realidad es la percepción”, pensaba Einstein.
Bryan, Segundo, Pablo, Carlos y las otras 3 personas del billar de Santo Domingo no verán el impacto de la eliminación del subsidio del diésel. Eduardo sí, aún con la esperanza de no sufrirlo tanto.
Néstor Romero Mendoza
Asesor de comunicación política estratégica
Columnista www.vibramanabi.com