Y llegaron de noche toma, en sus siete episodios, una decisión arriesgada: tomarse descomunales libertades para cambiar los hechos ocurridos en el rodaje… y el recordatorio de que muchas veces el cine es una serie de locuras y accidentes felices.
La historia del cine está llena de anécdotas y eventos que merecen ser rescatados y contados para que todo el mundo conozca. Algunas de esas historias son incluso mejores que las películas que las hicieron posibles. Cuando surgió el cine sonoro, Hollywood encontró una no planificada barrera para la distribución internacional de su cine: el idioma. ¿Cómo podría hacer Estados Unidos para llegar a la misma cantidad de espectadores de habla no inglesa que tenía durante el período silente? Hubo varias respuestas. Sobre una de ellas trata la miniserie Y llegaron de noche (México, 2025).
En 1931, Universal Pictures produjo dos versiones de Drácula, el clásico basado en la novela de Bram Stoker. El mundo conoce una de esas versiones, la famosa, protagonizada por Bela Lugosi en inglés. Pero también hubo otra, en español, rodada simultáneamente en los mismos estudios, pero con un elenco y equipo diferentes. Esta última se ha convertido con el tiempo en una película de culto del cine de terror de todos los tiempos. Este Drácula fue dirigido por George Melford y protagonizado por Carlos Villarías en el papel del Conde. Mientras el elenco estadounidense filmaba durante el día, las noches pertenecían al equipo hispanohablante, que aprovechaba los mismos decorados y vestuario. Esta técnica resultó en una película con atmósfera propia y estilos visuales a menudo considerados más atrevidos que los de su contraparte inglesa. Pero no fue un éxito, porque, entre otras cosas, el elenco estaba conformado por personas que hablaban castellano pero pertenecían a diferentes países, desde España hasta Argentina, pasando por México y Cuba. Tampoco tuvo apoyo publicitario en Estados Unidos y no fue bien recibida afuera. Sin embargo, al no ser tan importante para el estudio, tuvo una libertad creativa mucho mayor, lo que le permitió ser una película más original y atrevida. Aunque Tod Browning, el director de la versión en inglés, era un enorme realizador, acá se vio limitado por las presiones y controles del estudio.
En la miniserie el rol protagónico lo interpreta Eugenio Derbez, como Carlos Villarías, y le aporta una cuota de humor que convierte a la historia en una comedia. Se muestra al actor como un pedante pero decadente actor de teatro que debe aceptar este rol de cine porque no tiene más opciones. Gran parte de los chistes giran en torno a él y sus celos con Lugosi, así como también su deseo de ser el líder prestigioso y sofisticado de un proyecto completamente absurdo y secundario. El otro gran personaje es Paul Kohner (AJ Vaage), el productor al que el estudio le encarga de llevar a buen puerto una película con destino de desastre. Su historia y la de la actriz Lupita Tovar (Yare Santana) es una de las más lindas y también de las más ajustadas a los eventos reales que contiene esta miniserie. El resto, hay que decirlo, es otro cantar.
Y llegaron de noche toma, en sus siete episodios, una decisión arriesgada: tomarse descomunales libertades para cambiar los hechos ocurridos en el rodaje. Quién conozca la historia, verá con facilidad estos terribles cambios, pero incluso siendo así, hay que entregarse y disfrutar de esta locura. Hay personajes exagerados, otros inventados, todos al servicio de la diversión. El actor argentino radicado en México Federico Espejo interpreta a Alfredo Birabén, quién en Drácula usaba su nombre artístico, Barry Norton, pero a quién aquí se le otorga nuevamente el de nacimiento. Birabén es un argentino que no sabe actuar y cuyo único interés es el Mundial de fútbol de Uruguay 1930. Este invento del guion permite crear una de las líneas humorísticas de la historia. Así se construyen varias de las subtramas más ingeniosas y graciosas. Aunque a la miniserie le sobra alguna pequeña bajada de línea y un par de apuntes de diversidad, lo cierto es que funciona bastante en su simpleza y su desenfadada tergiversación de la realidad. La puerta de entrada para conocer esta historia y el recordatorio de que muchas veces el cine es una serie de locuras y accidentes felices.

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